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EGIPTO
Cuando oímos nombrar a Egipto, lo primero que pensamos es en Las pirámides
de Giza pero Egipto no es solo eso. Voy a intentar contaros mi experiencia.
Despegamos sabiendo que teníamos seis horas de viaje de Madrid hasta nuestro
destino, Aswan, una ciudad al sur de Egipto. El vuelo fue muy bonito, especialmente
cuando estábamos entrando en África sobrevolando un mar de arena que
parecía no tener fin, no se veía ni una carretera, ni un rió,
nada...!
Llegamos al aeropuerto de Aswan. Tenía una fachada increíble con una
diosa egipcia enorme. Quizás aquello no era tan bonito pero allí todo
me resultaba distinto… Nada más salir del aeropuerto que estaba situado en
un paraje solitario, fuimos a visitar la gigantesca presa de Aswan. Después
nos trasladaron hasta el “crucero”, donde tuvimos tiempo para cenar y poco más,
porque fuimos a visitar el templo de Philie, construido en mitad de un lago. Nos
llevaron, pues, en típicas embarcaciones egipcias echas de madera. El trayecto
fue a oscuras, no había luz. Dentro del templo, se alzaban grandes columnas
y paredes con grabados.
A las tres de la mañana nos volvimos a levantar para ir más al sur,
hasta Abú Simbel. Salimos pronto para evitar el calor, pero de nada sirvió,
a esas horas ya estábamos a 42 grados centígrados. Este templo es,
para mi gusto, el mas interesante. Es enorme, mide 35 metros de alto por 38 de ancho,
con cuatro enormes estatuas representando a Ramses II, que lo construyó en
1284 a.C. A medida que avanzaba el día, la temperatura llegó a alcanzar
los 52 grados...
Y de nuevo continuamos el crucero por el Nilo. El barco zarpó para seguir
la ruta Aswan — Luxor, tres días de duración, con varias paradas previstas
en el camino: Como la de Kom Ombo, otro templo, este más pequeño pero
igualmente bonito y la de Esna con las mismas características Durante la calurosa
navegación por el Nilo era impensable no darse unos cuantos chapuzones en
la piscina del barco. Al llegar a Edffu atracaron para que pudiésemos visitar
otro templo. Llegamos hasta él en una calesa tirada por caballos desnutridos
y conducida por gente pobre que vive de las propinas. En el viaje hacia el templo,
se podía contemplar la pobreza; hospitales derrumbados, gente descalza, mercados
abarrotados… El templo, muy grande, esta dedicado al dios Horus.
Volvimos al barco para cenar y llegar hasta Luxor, pasando por la exclusa, allí
nos dejaron la mañana libre para pasear por sus calles y comprobar que era
una ciudad algo más rica que las anteriores y con una temperatura más
agradable. Por la tarde visitamos al templo de Luxor, con sus enormes pasillos y
colosos de Amenhotep II. También visitamos el templo de Karnak donde se encuentran
los dos grandes obeliscos de Egipto y el escarabajo de la suerte. A la mañana
siguiente, cogimos un vuelo interno para ir hasta el Cairo. Una vez allí,
notamos el bullicio de una gran ciudad (18 millones de habitantes), pero lo que no
vimos fue ni un semáforo, ni un paso de peatones, ni una parada de autobús…
Allí la gente hacia lo que le parecía y a quien no le gustara que mirara
hacia otro lado. A la mañana siguiente, partimos hacia las pirámides
y la Esfinge. Hasta que no estas al lado de una de las pirámides no te puedes
hacer una idea de su tamaño: es gigante, una solo piedra te llegar por el
hombro. Entre en una de ellas, los pasillos son bajos y muy estrechos, tienes que
entrar de cuclillas. Al final del conducto, para nuestra decepción, no había
nada. La esfinge también es impresionante, con la cara un poco deteriorada,
pero igualmente alucinante. Por la noche, nos enseñaron sus grandes monumentos
y los barrios más bonitos. La cena, como todos los días, consistió
en carnes raras, salsas y muchas especias.
A la mañana siguiente cogimos un taxi para ir al Gran Mercado. Al khalili,
estaba a cuatro kilómetros del hotel y el viaje tan solo nos costo medio euro.
El mercado es como el Rastro de Madrid pero a lo bestia y llenísimo de gente.
Dabas tres pasos y te intentaban vender algo, ya fuera una cachimba o un vestido.
Por la tarde al museo Egipto donde exponen el sarcófago de Tutancamon y todos
los tesoros de la civilización egipcia. Al día siguiente a Alejandría
donde visitamos la famosa biblioteca. La ciudad se asemeja mucho a una ciudad Mediterránea.
Allí vimos la columna de Pompeyo y las Catacumbas. Nuestro viaje se había
acabado pero, claro está, no íbamos a ser los únicos turistas
sin retrasos en su vuelo, a nosotros nos tocaron seis horas de mas.
Evaluación:
Lo más bonito: Abú Simbel
Lo más impactante: Precios de ganga, niño bañándose en
una boca de riego… etc.
Os recomiendo este viaje, es muy bonito y aprendes muchas cosas de esta cultura,
te hace reflexionar sobre lo que tienes y sobre todo cómo viven otras personas. |
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