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BREVE HISTORIA DE LAS BIBLIOTECAS
Se denomina biblioteca a toda colección semejante, privada o pública,
de obras escritas para la lectura, el estudio y la recreación, también
a los muebles y las habitaciones que alojan los volúmenes. Algunas bibliotecas,
sobre todo aquellas de creación más antigua, incluyen dibujos y pinturas,
monedas, medallas y antigüedades; las de mayor tamaño suelen albergar
periódicos, revistas, microfilmes y programas para computadoras u ordenadores.
Desde la invención de la escritura se planteo el problema de la conservación
de los materiales sobre los que esta se trazaba, con el crecimiento de dichos materiales
u obras literarias se dio la necesidad de crear habitaciones propias o edificios
enteros para la conservación de estos.
Las primeras bibliotecas surgieron hace tres mil años a.C., los templos egipcios
rebosaban ya papiros científicos y tecnológicos, y hacia el 650 a.C.,
la biblioteca del rey asirio Asurbanipal, contenía unas 25000 tabletas con
documentos literarios, jurídicos e históricos. Pero fue la civilización
grecorromana la que estableció la noción y la palabra biblioteca (del
griego biblios, libro y theke, deposito), los templos griegos poseían bibliotecas
y archivos en el siglo V a.C., las grandes escuelas de filosofía comenzaron
a crear colecciones de libros para uso de sus estudiantes; de esta forma nacieron
las bibliotecas institucionales, además de las privadas que ya existían.
Una de las grandes bibliotecas de aquel tiempo fue la de Alejandría que poseía
unos 700000 volúmenes de papiro con obras literarias y científicas
perteneciente a la celebre Museion (Museo) antes de ser incendiada por Julio Cesar.
Otra biblioteca importante fue la de Pergamo, en el Asia menor, se cree que contenía
unos 200000 pergaminos en el siglo I a.C.
Mientras en la Roma republicana existían numerosas bibliotecas particulares;
Cesar quiso abrir la primer, biblioteca pública, pero lo impidió su
asesinato en el 44 a.C., por tal motivo su amigo Asinio Polion se encargo de realizar
tal proyecto y posteriormente el emperador Augusto fundo otras dos, la Octaviana
y la Palatina, y Trajano erigió la mayor de todas, la Ulpia, ubicada en el
foro, a principios del siglo II.
En el siglo XVII y XVIII, el desarrollo de las grandes bibliotecas obligo a sistematizarlas;
el primer libro sobre este tema fue: Consejos para ordenar una biblioteca de Gabriel
Naude. Surgió entonces una nueva forma de disponer los volúmenes en
estanterías adosadas a los nuevos, que dejaban libre el espacio central para
la lectura; por esta época él filósofo alemán G. W. Leibniz
sentó el concepto de la biblioteca nacional publica, mantenida por el estado
para el uso común.
En los siglos posteriores a medida que crecían las obras literarias fue necesario
enumerarlas y clasificarlas. El primero en lograrlo fue Johann Gesner, en Gotinga,
Alemania; pero quien realmente revolucionó los métodos al respecto
fue un fugitivo político italiano llamado Antonio Panizzi el cual en 1831
organizó la biblioteca del museo británico y fue el creador de su primer
catalogo, y estableció el concepto de que una biblioteca debe permitir el
acceso rápido y cómodo a los volúmenes.
Ordenar una biblioteca implica catalogarla, es decir, adjudicar un número
de serie a cada volumen, y clasificarla, lo que consiste en agrupar aquello según
los diversos temas de que trata. Los métodos de catalogación, permiten
realizar constantes adiciones a medida que se incrementan los fondos de la biblioteca,
y saber siempre cuantos libros contiene.
Los catálogos de las principales bibliotecas del mundo suelen constar de varias
decenas de tomos; los sistemas de clasificación más populares son el
decimal de Dewey y el francés o sistema universal decimal. En América
resulta muy usual el sistema de la biblioteca del congreso de los Estados Unidos
(el cual es utilizado por este y todos los centros de información de los Institutos
Tecnológicos). |